Casi subió estas dos partes a su tumblr, aún espero la 3ra parte, pero OH DIOS
“Ahora es el momento de nuestra comodidad y abundancia Estos son los días por los que hemos estado trabajando Nada nos puede tocar y nada nos puede hacer daño Y ya nada va mal“Keane - Love Is The EndAl final resultó que Tessa poseía un apartamento en Londres. Era el segundo piso de una casa blanca pálida en Kensington, y mientras ella los hizo pasar al interior –su mano sólo temblando ligeramente mientras giraba las llaves– le explicó a Jem que Magnus le había enseñado cómo los brujos podían hacerse camino en la posesión de hogares durante muchos siglos heredándose las propiedades a sí mismos. "Después de un tiempo sólo me dediqué a escoger nombres tontos para mí," dijo ella, cerrando la puerta detrás de ellos. "Creo que soy dueña de este lugar bajo el seudónimo Bedelia Bacalao.”Jem se rió, aunque su mente sólo estaba en parte escuchando sus palabras. Estaba mirando alrededor del apartamento –las paredes estaban pintadas en colores brillantes: una sala de estar lila, sofás blancos esparcidos, una cocina verde-aguacate. Cuándo Tessa había comprado el piso, se preguntó, y por qué? Ella había viajado tanto, ¿por qué establecer su hogar en Londres? La pregunta se quedó en su garganta cuando se volvió y se dio cuenta de que a través de una puerta entreabierta, podía vislumbrar las paredes azules de lo que probablemente era un dormitorio.Tragó, con la boca de repente seca. La cama de Tessa. En la que ella dormía. Ella entrecerró los ojos hacia él. "¿Estás bien?"Ella lo tomó de la muñeca y sintió que su pulso saltó bajo su toque. Hasta que él se había convertido en un Hermano Silencioso, siempre lo tuvo. Se había preguntado durante su tiempo en Idris, después de que el fuego celestial lo había curado, si seguiría siendo así con ellos: si sus sentimientos humanos volverían a él. Había sido capaz de tocarla y estar cerca de ella como un hermano silencioso sin quererla como lo había hecho cuando era un mortal. Todavía la amaba, pero había sido un amor de espíritu, no del cuerpo. Se había preguntado - temía, incluso, que las sensaciones físicas y las respuestas no regresarían de la misma forma. Se había dicho a sí mismo que, aunque la Hermandad Silenciosa hubiera matado la capacidad de sus sentimientos a manifestarse físicamente, no se sentiría decepcionado. Se había dicho a sí mismo que lo esperara.No debería haberse preocupado. En el momento en que la había visto en el puente, yendo hacia él a través de la multitud en sus modernos pantalones vaqueros y su bufanda de la Libertad, con el pelo volando detrás de ella, había sentido su respiración atrapada en la garganta. Y cuando ella había extendido el pendiente de jade que él le había dado, sacándolo de alrededor de cuello y tímidamente ofreciendoselo, su sangre había rugido a la vida en sus venas como un río sin represas.Y cuando ella había dicho, <Te amo. Siempre lo he hecho, y siempre lo haré> había tomado todo lo que tenía para no besarla en ese momento. Para hacer algo más que besarla. Pero si la Hermandad le había enseñado algo, era el control. Él la miró ahora y forzó a su voz a salir con firmeza. "Un poco cansado,” dijo. "Y sediento, a veces olvido que tengo que comer y beber ahora." Ella dejó caer las llaves en una pequeña mesa auxiliar de palo rosa y se volvió para sonreírle. "Té,” dijo ella, dirigiéndose hacia la cocina verde-aguacate. "No tengo mucha comida aquí, no suelo quedarme mucho tiempo, pero tengo té. Y galletas. Ve a la sala de estar; Estaré ahí.”Tuvo que sonreír ante eso; incluso aunque el no conocía a nadie que dijera sala de estar, ahora. Quizás ella estaba tan nerviosa como él lo estaba, ¿en ese caso? El sólo podía tener esperanza.* * * Tessa maldijo en silencio por cuarta vez mientras se inclinaba para recuperar la caja de terrones de azúcar del piso. Ella ya había encendido la tetera sin agua en ella, había mezclado las bolsas de té, derramado la leche, y ahora esto. Dejó caer un cubo de azúcar en ambas tazas de té y se dijo a sí misma que contara hasta diez, viendo los cubos disolverse. Sabía que sus manos temblaban. Su corazón se aceleró. James Carstairs estaba en su apartamento. En su sala de estar. Esperando por el té. Parte de su mente le gritaba que era sólo Jem, mientras que la otra parte gritó igual de fuerte que <sólo Jem> era alguien que no había visto en ciento treinta y cinco años. Él había sido el Hermano Zachariah durante tanto tiempo. Y por supuesto que siempre había sido Jem en el corazón de todo, con el ingenio de Jem y la bondad inagotable. Él nunca había perdido su amor por ella o su amor por Will. Pero los Hermanos Silenciosos -ellos no sentían las cosas como la gente común lo hacían.Era algo que había pensado, a veces, en los últimos años, muchas décadas después de la muerte de Will. Ella nunca había querido a nadie, nunca nadie más que a Will y Jem, y ambos se habían ido de ella, a pesar de que Jem todavía vivía. Se había preguntado a veces lo que habrían hecho si solamente fuera prohibido para los Hermanos Silenciosos casarse o amar; pero era más que eso: él no podía desearla. Él no tenía esos sentimientos. Se había sentido como Pigmalión, anhelando el tacto de una estatua de mármol. Los Hermanos Silenciosos no tenían deseos físicos por el tacto, más de lo que tenían necesidad de alimento o agua. Pero ahora... <A veces olvido que tengo que comer y beber ahora>Agarró las tazas de té con las manos aún temblorosas y entró en la sala de estar.Agarró las tazas de té con las manos aún temblorosas y entró en la sala de estar. Ella misma la había amueblado a través de los años, desde los cojines del sofá al biombo japones pintado con un diseño de amapolas y bambú. Las cortinas que enmarcaban el contorno de la ventana en el otro extremo de la sala estaban medio extendidas, sólo la suficiente luz se derramaba en la sala para rozar los pedazos de oro en el cabello oscuro de Jem y estuvo a punto de dejar caer las tazas de té.Ellos apenas se habían tocado en el taxi de regreso a Queen’s Gate, sólo manos agarradas firmemente a la parte posterior de la cabina. Él había corrido sus dedos sobre el dorso de los de ella una y otra vez mientras él comenzó a contarle la historia de todo lo que había sucedido desde la última vez que ella visitó Idris, cuando la Guerra Mortal, en la que ella había luchado, había terminado. Cuando Magnus le había señalado a Jace Herondale, y ella había mirado a un chico que tenía la cara hermosa de Will y los ojos de su hijo James.Pero su cabello había sido como el de su padre, esa maraña de rizos de oro, y recordando lo que había sabido de Stephen Herondale, ella se había alejado sin hablar.Herondales, alguien le había dicho una vez. Eran todo lo que los Cazadores de Sombras tenían que ofrecer, todo en una sola familia: tanto lo mejor y lo peor.Puso las tazas de té sobre la mesa de café —un viejo baúl, cubierto de sellos de sus muchos viajes— con un golpe audible. Jem se volvió hacia ella y vio lo que él sostenía en sus manos.Uno de los libreros contenía una exhibición de armas: cosas que había recogido alrededor del mundo. Una espada Misericorde delgada, una espada kris curva, un cuchillo de trinchera, una espada corta, y docenas de otros. Pero el que Jem había agarrado y estaba mirando era un cuchillo delgado de plata, su mango oscurecido por muchos años de sepultura en la tierra. Ella nunca lo había limpiado, porque la mancha en el cuchillo era la sangre de Will. El cuchillo de Jem, la sangre de Will, enterrado junto a las raíces de un roble, un especie de ritual. Will lo había realizado cuando pensó que había perdido a Jem para siempre. Cuando Tessa se había recuperado después de la muerte de Will y se la ofreció a Jem; se había negado a aceptarlo.Eso había sido en 1937."Guárdala,” dijo él ahora, con la voz entrecortada. "Puede llegar un día.""Eso es lo que me dijiste." Ella se acercó a él, sus zapatos sonando en el suelo de madera. "Cuando traté de dártela."Él tragó, pasando sus dedos hacia arriba y abajo del cuchillo. "Él simplemente acababa de morir,” dijo él. Ella no necesitaba preguntarle quién. Sólo había realmente un <Él> cuando estaban los dos hablando. "Tenía miedo. Vi lo que les pasó a los otros Hermanos Silenciosos. Vi cómo se endurecieron con el tiempo, perdiendo a las personas que habían tenido. Como las personas que los amaban y que ellos amaron murieron, se convirtieron en menos humanos. Tenía miedo de que iba a perder mi capacidad de importarme. Saber lo que significaba ese cuchillo para Will y lo que Will significaba para mí.”Ella colocó la mano en el brazo de él. "Pero no lo olvidaste.” "No perdí a todos los que amaba." Él la miró, y vio que sus ojos tenían oro en ellos también, preciosas motas brillantes entre el marrón. "Te tenía a ti.”Ella exhaló; el corazón le latía con tanta fuerza que su pecho dolía. Luego se dio cuenta de que él estaba agarrando la hoja del cuchillo, no sólo la empuñadura. Rápidamente se la quitó de las manos. "Por favor, no,” dijo ella. "No puedo dibujar un iratze.""Y yo no tengo una estela,” dijo él, mirando mientras dejaba el cuchillo en su estante. "No soy un cazador de sombras ahora." Él miró sus manos; había finas líneas rojas a través de sus manos, pero no habían cortado la piel.Impulsivamente, Tessa se inclinó y besó sus manos, luego le dobló los dedos, sus manos sobre las suyas. Cuando levantó la vista, las pupilas de él se habían ampliado. Podía oír su respiración."Tessa," dijo él. "No.""¿No, qué?" Ella se apartó de él, sin embargo, por instinto. Tal vez él no quería ser tocado, aunque en el puente, no le había parecido de esa manera..."Los hermanos me enseñaron control," dijo, su voz tensa. "Tengo todo tipo de control, y los he aprendido a lo largo de décadas y décadas, y estoy usando todos ellos para no empujarte contra la estantería y besarte hasta que ninguno de nosotros puede respirar." Ella levantó la barbilla. "¿Y qué hay de malo en eso?""Cuando era un Hermano Silencioso, no sentía como un hombre ordinario siente,” dijo él. "No el viento en la cara o el sol en mi piel, o el toque de la mano de alguien. Pero ahora siento todo. Siento demasiado. El viento es como un trueno, el sol quema, y tu toque me hace olvidar mi propio nombre.”Una punzada de calor pasó través de ella, un calor que comenzó bajo en su estómago y se extendió a través de cada parte de su cuerpo. Una especie de calor que no había sentido en tantas décadas. Casi un siglo. Toda su piel se erizó. "Al viento y al sol te acostumbrarás,” dijo ella. "Pero tu toque hace que olvide mi nombre también, y yo no tengo excusas. Sólo que te amo, siempre lo he hecho y siempre lo haré. No te voy a tocar si no lo quieres, Jem. Pero si estamos esperando hasta que la idea de estar juntos no nos sobresalte, podemos estar esperando mucho tiempo.” El aliento de él se le escapó en un silbido. "Di eso de nuevo." Intrigada, comenzó: "Si estamos esperando hasta que—" "No," dijo él. "La anterior parte." Ella inclinó su rostro hacia él. "Te amo," dijo ella. "Siempre lo he hecho y siempre lo haré."No supo quién se movió hacia el otro primero, pero él la agarró por la cintura y la besó antes de que pudiera tomar otro aliento. Esto no era como el beso en el puente. Éso había sido una comunicación silenciosa de labios contra labios, el intercambio de una promesa y un consuelo. Había sido dulce y demoledor, una especie de trueno suave.Esto era una tormenta. Jem la estaba besando, fuertemente, y cuando ella abrió sus labios con los de ella y saboreó el interior de su boca, él jadeó y tiró de ella con más fuerza contra él, sus manos se clavaban en sus caderas, apretándola más cerca de él mientras le exploraba los labios y lengua, acariciando, mordiendo, luego besándola para calmar el escozor. En los viejos tiempos, cuando ella lo había besado, había probado azúcar amargo: ahora él sabía a té y —¿pasta de dientes?Pero por qué no pasta de dientes. Incluso los antiguos cazadores de sombras tenían que lavarse los dientes. Una pequeña risita nerviosa se le escapó y Jem se retiró, luciendo aturdido y deliciosamente desaliñado. Tenía el cabello en todas direcciones porque ella pasó sus manos a través de él."Por favor, no me digas que te ríes porque te beso tan mal que es divertido,” dijo él, con una sonrisa torcida. Podía sentir su preocupación real. "Puedo estar un poco fuera de práctica.""¿Los Hermanos Silenciosos no besaban mucho?", bromeó ella, alisando el frente de su suéter. "No a menos que hubiera orgías secretas a las que no me invitaban,” dijo Jem. "Siempre me preocupé de que no podría haber sido muy popular."Ella apretó su mano alrededor de su muñeca. "Ven aquí," dijo. "Siéntate, toma un poco de té. Hay algo que quiero mostrarte.”Él lo hizo, como ella le había pedido, y se sentó en el sofá de terciopelo, recostándose en los cojines que había cosido ella misma con tela que había comprado en la India y Tailandia. No pudo ocultar una sonrisa —él se miraba sólo un poco mayor que cuando se había convertido en un Hermano Silencioso, como un joven común y corriente en jeans y suéter, pero él se sentó en la forma en que un hombre victoriano lo haría —espalda recta, con los pies apoyados en el suelo. Él atrapó su mirada y su boca se alzó en las esquinas. "Muy bien," dijo él. "¿Qué tienes que mostrarme?"En respuesta, ella fue al biombo japonés que se extendía por una esquina de la habitación, y se puso detrás de el. "Es una sorpresa." Su vestidor estaba allí, escondido del resto de la habitación. No se podía ver a través del biombo, sólo un contorno borroso de formas."Háblame," dijo ella, sacándose el suéter por la cabeza. "Dijiste que era una historia de Lightwoods, Fairchilds y Morgenstern. Sé un poco de lo que ocurrió —Recibí tus mensajes mientras estaba en el Laberinto—. Pero no sé cómo la Guerra Oscura efectúo tu cura". Ella tiró el suéter sobre la parte superior del biombo. "¿Puedes decirme?""¿Ahora?,” Él dijo. Lo oyó poner su taza de té en la mesa. Tessa se quitó los zapatos y bajó la cremallera de sus pantalones vaqueros, el sonido fuerte en la habitación tranquila. "¿Quieres que salga detrás de este biombo, James Carstairs?" "Por supuesto." Su voz sonaba estrangulada. "Entonces empieza a hablar."* * *Jem habló. Habló de los días oscuros en Idris, del ejército de Sebastian Morgenstern, de los Oscuros, de Jace Herondale y Clary Fairchild, de los chicos Lightwood y su peligroso viaje a Edom. "He oído hablar de Edom," dijo ella, con voz ahogada. "Se habla de ellos en el Laberinto Espiral, donde siguen las historias de todos los mundos. Un lugar donde fueron destruidos los Nephilim. Un páramo”."Sí," dijo Jem, un poco distraído. No podía verla a través del biombo, pero podía ver el contorno de su cuerpo, y eso era algo peor. "Un páramo quemado. Muy… caliente.”Él había tenido miedo de que los Hermanos Silenciosos hubieran tomado el deseo de él: que miraría a Tessa y sentiría amor platónico, pero no sería capaz de desear, pero ocurrió lo contrario. No podía dejar de desear. Él deseaba, pensó, más de lo que nunca antes en su vida.Ella claramente se estaba cambiando de ropa. Había mirado hacia abajo a toda prisa cuando ella había empezado a quitarse los pantalones vaqueros, pero no era como si pudiera olvidar la imagen, la silueta de ella, el pelo largo, piernas largas y hermosas —él siempre había amado sus piernas.Seguramente se había sentido así antes, cuando había sido un chico? Recordó la noche en su habitación cuando ella lo había detenido de destruir su violín, él la había deseado entonces, la deseaba tanto que no había pensado en absoluto cuando habían caído sobre la cama: él podría haber tomado su inocencia entonces, y renunciado a su propia, sin detenerse, sin pensar ni un momento en el futuro. Si no hubieran derribado su caja de yin fen. Si. Eso lo había traído de vuelta, le recordó quién era, y cuando ella se había ido, había roto sus cortinas en tiras con los dedos por pura frustración.Tal vez fue sólo que el deseo recordado palidecía en comparación con el sentimiento mismo. O tal vez había estado más enfermo entonces, más débil. Había estado muriendo, después de todo, y seguramente su cuerpo no podría haber aguantado esto."Un Fairchild y un Herondale," dijo ella. "Ahora, me gusta eso. Los Fairchilds han sido siempre prácticos y la Herondales — Bueno, ya sabes." Ella sonaba indulgente, divertida.."Tal vez ella lo calme. Y no me digas que no necesita asentarse.”Jem pensó en Jace Herondale. Cómo él era como Will, si alguien le hubiera encendido una cerilla a Will y la hubiera cubierto en oro a fuego vivo. "No estoy seguro de que puedas asentar a un Herondale, y ciertamente no a éste." "¿Él la amaba? A la chica Fairchild?”"Nunca he visto a nadie tan enamorado, excepto por..." Su voz se apagó, porque ella había salido de detrás del biombo, y ahora entendía lo que le había tomado tanto tiempo.
NECESITO LA 3RA PARTE YA!!1!
Ok, volver a abrir la cicatriz que me dejó princesa mecánica, es algo muy doloroso, y aunque es lindo tener esta historia como que me resulta algo contradictorio pues había imaginado algunas cosas diferentes después del encuentro del puente hasta la boda, pero en fin, TENGO DE NUEVO A JEM Y LLORO MUCHO.